2·Bill Waterson. Mis 3+3 en el último número de la Revista Lazarillo

Revista_Lazarillo

Mi segunda selección es una reivindicación consciente y meditada. Se trata de un cómic. Creo que lo puedo decir más alto, pero no más claro, el cómic es un género literario y artístico. Los grandes cómics (no en tamaño) son Literatura y Arte con mayúsculas y debieran promocionarse en escuelas, institutos y universidades. Deberían ser un pilar en nuestra educación, no lo son y así nos va, andamos cojos.

Para mí, uno de esos grandes es Bill Waterson y su serie cómica Calvin y Hobbes, la primera data del 18 de noviembre de 1985. Tenía dieciséis años cuando leí sus dos primeros libros, volúmenes que recopilaban sus tiras para prensa en Universal Press Syndicate. En 1986 Watterson recibió por parte de la National Cartoonists Society de EE.UU el premio Reuben como el autor más destacado del año, repetiría premio dos años después.

Seguramente fue eso lo que motivó que se publicaran esos dos primeros libritos recopilatorios. Llegaron a mí de la mano de mi amiga Alicia y su hermano Alberto, dos de los culpables de mi afición a los cómics.

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Desde ese momento, no hubo marcha atrás, me convertí en una admiradora incondicional de Bill Watterson y su obra; y aún hoy lamento algunos de esos libros que presté y perdí.
Bill Watersson publicó sus tiras durante diez años, con dos períodos de descanso. El 18 de noviembre de 1995 hizo pública su intención de dejar de dibujar Calvin y Hobbes, el 31 de diciembre de ese mismo año cumplió su promesa y se retiró a los 37 años con la intención de permanecer en el anonimato, como así ha sido.

En febrero de 2010 confesó que no se arrepentía, que su deseo fue siempre no repetirse y que ello fue lo que motivó esta decisión, dijo:

«I think some of the reason «Calvin and Hobbes» still finds an audience today is because I chose not to run the wheels off it. I’ve never regretted stopping when I did».

Luchó por un espacio digno en prensa y logró disponer de media página para el dominical, toda una hazaña. Su ya famosa frase: «No hay artes “mayores”, ni artes “menores”, simplemente Arte» define su obra y, coherente con sus principios, siempre rechazó todo posible mercadeo de sus personajes.

Su obra ha sido publicada en España por Mario Ayuso Editor, la Editorial Norma y Ediciones B.

La obra de Calvin y Hobbes recrea un mundo lleno de submundos, la ironía del personaje del padre, la dificultad de la madre en ser la madre “modélica” que se espera debe ser toda mujer. El sistema educativo representado por la maestra de Calvin…, que el propio Calvin ve como a una marciana. Ya solo el nombre de estos dos personajes nos conduce hasta dos pensadores Thomas Hobbes y Juan Calvino, que con sus teorías cambiaron el curso de la Historia, nos lleva a dos momentos esenciales en el pensamiento y en el devenir de nuestra sociedad. Sobra decir que imágenes y texto son un todo.

Calvin es un trazo lleno de vida, lo miramos y ya no vemos unos garabatos sino a un niño de carne y hueso inocente y contestatario a la vez, que permite a su autor dar su peculiar visión del mundo y nos ayuda a conocer sus referentes. Hobbes es un personaje dual: tigre de peluche ante los ojos de los adultos. Waterson tuvo la brillantez de dibujarlo en esos momentos inmóvil e inerte, se convierte en el coprotagonista ante la mirada de Calvin que no ve un peluche en él, sino a un amigo de aventuras, y es entonces cuando se pone en movimiento y cobra vida. Calvin es más impulsivo, mide menos las consecuencias de sus actos. Hobbes es más analítico, pero se aleja de la figura de Pepito Grillo, porque los dos son uno.

La habilidad del autor reside en que olvidemos continuamente que es Calvin quien alimenta a Hobbes y provoca que los veamos como dos personajes que se complementan, como alter ego recíproco, pero es la mordacidad de ambos la que trae a un primer plano la realidad: Calvin y Hobbes parecen dos pero son uno y esta idea filosófica de fondo del Ser y el Parecer alimenta toda la serie.

Los personajes de Calvin y Hobbes representan la infancia y nos revuelve el estómago presenciar como el sistema cercena sistemáticamente la imaginación infantil para convertirnos en seres mediocres. Invita a reflexionar continuamente ante la necesidad de encontrar el equilibrio entre acotar la imaginación infantil, por la propia seguridad de los niños, y destruirla.
CALVIN_baja

(Siempre recuerdo a Calvin con su disfraz de dinosaurio subiéndose al tejado y su madre corriendo tras él).

Calvin y Hobbes es un soplo de frescura, de inocencia, de ingenuidad; con espacio para la reflexión, la crítica, la denuncia. Cargada de un maravilloso sentido del humor que en ocasiones nos hace reír cuando debiéramos llorar y creo que esto forma parte de su gran valía. La capacidad de su autor para enfrentarnos a la realidad desde otro lado, hacernos creer que eso que él hace, que eso que él nos muestra es sencillo y que es real cuando no lo es.

Estamos acostumbrados a que las tiras cómicas, los tebeos, los cómics sean en muchas ocasiones incisivos, es el género por antonomasia de la hipérbole, de la exageración, es el género que se atreve a poner el dedo en la llaga amparándose en el humor.

Pues Calvin y Hobbes va mucho más allá, hace que nos sintamos menos canallas por compartir una visión del mundo apocalíptica y descreída de la bondad del ser humano y, a la vez, logra redimirnos gracias a la inocencia de un niño y su tigre de peluche. Provoca que nos sepa mal nuestro propio pesimismo, nuestro sarcasmo. Creo que la verdadera complejidad de esta obra reside en que nada es lo que parece y las cosas son lo que son.

PD. En otoño de 2013 podremos disfrutar de un documental-homenaje a Calvin y Hobbes y a su autor.

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