Ordenando papeles y escritos, de esos que con la edad hasta sonrojan y también te sorprenden, me encontré con esta frase escrita por mí en el 88 o quizás en el 89 con 18 años…
«Porque el amor no es ni debe ser un abandono, el abandono a un otro que decida nuestra suerte…»
¡Madre mía qué madura era, qué miedo!
¡Y lo que me queda por aprender de aquella chiquilla!