El otro día me dejé estafar 20€, en Valencia, en el centro mismo. Llegó una chica llorando desconsolada, parecía embarazada, aunque nada dijo de eso, comenzó un cuento o una tragedia: no tenía dinero para ir a ver a su padre al hospital de Albacete y no lo podían traer en ambulancia porque es otra comunidad y le costaba una fortuna; me asusté al verla en un estado de ansiedad tan extremo, el caso es que me pedía que le comprara el billete para ir a verlo, armó toda una historia de dónde trabajaba, de porqué no tenía dinero, de que un señor le había dicho que le ofrecía lo que quisiese, pero que ella tenía que «darle» algo a cambio y lloraba asqueada, todo eran verdades a destiempo como esa falsa ficción que tanto me interesa, por un momento hasta la creí, así que como yo tenía prisa porque llegaba tarde a una cita y no podía acompañarla a comprar el billete que precisaba, que es lo que hubiera hecho normalmente, le di el dinero. Cuando ya obtuvo sus 20€ intentó conseguir otros 10 más, eso hizo caer el castillo de naipes.
Por un momento pensé que hasta podía tratarse de una cámara oculta, una prueba de santidad, aún así no pude evitar pensar en la Youcernar sus palabras se colaban entre las de esa chica…
«A fuerza de repetirnos lo que hubiéramos debido hacer, termina por parecernos imposible no haberlo hecho» y no quise quedarme con la duda.
Pensé en Lidia, en la de veces que debió verse en una de esas teniendo que pedir, pensé en mí, y en que es tan fácil pasar al otro lado…
Y me dije: por la vez que sea verdad.
Hoy he recordado a la Bazán: «No hay fuerza comparable a la inercia» pues no me da la gana.
Y el lunes tampoco me dio.
En eso pensaba y en florecer, los girasoles también están en flor.